La historia de las Orcas

La historia de las Orcas

Hace muchos muchos años, en los mares del norte surfeaban una hermosas y grandiosas ballenas negras. Eran de un negro azabache brillante. A ellas les gustaba nadar, saltar, hasta cantar y jugaban por todos los mares, surfeando las olas, dejándose acariciar por el calor del sol de día y siendo iluminadas por la luna en la noche.

Durante años fueron así de felices, hasta que llegaron los marineros surcando esas aguas teniendo la necesidad de encontrar o abrirse a nuevos rumbos. Al ser esta ballenas tan grandes y negras, los marineros se asustaban y creían que eran asesinas, así las lanzaban todo tipo de artilugios y lanzas para terminar con ellas.

Las ballenas confundidas y para defenderse abrían sus grandes bocas y se comían todo lo que las lanzaban y daba igual lo que fuese, hasta a veces trozos de sus embarcaciones. Eso les llegaba al fondo de sus estómagos, que eran como una gran cueva negra en la que todo entraba y se movía de un sitio a otro, dando bandazos y haciendo que las ballenas sufrieran graves heridas internas. Pero así siguieron años tras años y se convirtió en una gran leyenda la de las ballenas asesinas.

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Un día en una de las generaciones de estas ballenas, una preciosa y grande ballena, seguía haciendo lo mismo que le habían enseñado, destruir antes de que la pudieran hacer daño. Su destrucción consistía en comerse todo lo que encontrara por el camino, su estómago y su genética ya se habían acostumbrado a ingerir cualquier cosa…. Pero por aquel entonces los marineros empezaron a lanzarlas explosivos a sus grandes bocas y algunas de ellas morían al explosionar su último bocado. Esta ballena acababa de tener una ballena bebé y le daba mucho miedo que uno de esos explosivos fuera lanzado a ellas y se lo comieran cualquiera de las dos. Estaba sufriendo mucho pero no sabía qué comer, ya que durante años había ingerido cualquier cosa que se encontrase a su camino….

Ese sufrimiento le llevo a enfermar y ya no tenía nada de apetito. Sólo le apetecía comer algunas algas y poco más. Y así paso días, semanas y meses… Poco a poco se fue encontrando mejor, pero lo que más la impresionó es que su piel en alguna de esas grandes partes de su cuerpo se convirtió en un gran blanco. Ahora tenía su piel con manchas blancas, y lo más curioso es que su bebé que le había seguido en su devenir culinario también tenia manchas blancas por su cuerpo.

Así que por las noches los marineros ya no se asustaban al verlas, de hecho para ellos eran una nueve especia de ballenas, las que llamaron Orcas. Ya no les asustaban sino que les encantaba ver como su figura saltaba por las olas y sus cuerpos causaban un gran resplandor a la luz de la luna a la vez que el sol.

A partir de ese momento nadie más las llamó asesinas, ya que todos habían aprendido a respetarse y amarse.

Sonia Navajo
Fundadora Crea-t
Centro de Psicología, Coaching y Desarrollo Personal
Las Rozas. Madrid.

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